Durante mucho tiempo entendí que esa era la forma utópica e
idílica de ponerle una red al talento. Una pretensión que solo nace por la
obsesión en algo, aunque el tiempo, y también el espacio, son la realidad que
una y otra vez nos serena, y nos advierte de que somos muy pequeños.
El sueño de abarcarlo todo de forma material no es comparable al del ojeador “penitente”. También puede agarrar los bártulos y salir a explorar, pero de un punto indeterminado al otro solo media la opinión. Reconocer que la falta de agallas es la diferencia con el ejemplo del principio puede no ser la mejor publicidad para abrir este blog. Pero entender que a uno le mueven la ilusión y la curiosidad, el rastro que deja el talento, pueden atenuar esta merma, aunque solo sea un poco.
Uno se puede imaginar que abarca hasta los confines. Bueno,
con que solo sea una perspectiva de cómo fluye el talento… Porque éste siempre
está ahí, solo que parece asomarse y esconderse de forma aparentemente
caprichosa. Así que aunque creamos tener alguna referencia, en este viaje no se
da nada sobre seguro y también habrá que tirar de imaginación. Una vez más,
arrancamos el motor.
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